Capítulo 68
Hernán se quitó la chaqueta que llevaba puesta y se la colocó cuidadosamente a Yaritza, pensando en las maldades de Diego. Mordía su diente con ira: —¡Ese desgraciado del Señor Diego! ¡Lo voy a matar!
Después de decir eso, Hernán se giró y salió del baño lleno de furia.
"Segundo joven maestro Lin ..."
Yaritza habló suavemente: —Te pido un favor, por favor, envía a Daniel de vuelta, no quiero que me vea así.
Hernán sintió un dolor en el pecho, giró bruscamente y abrazó fuertemente a Yaritza.
No había ningún matiz romántico, solo el dolor y la preocupación como los de un familiar.
—Yari, lo siento, lo siento... —repetía Hernán en voz baja. Siempre había sido despreocupado, pero en ese momento, su corazón dolía profundamente.
Sentía pena por la mujer en sus brazos.
Yaritza se quedó sorprendida. Pensaba que Hernán, al verla en tal estado de desorden, la despreciaría y la rechazaría con disgusto, pero nunca imaginó que él se disculparía repetidamente y la abrazaría tan preciada en sus brazo

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