Capítulo 28

Isabel acababa de estar ocupada llevando a Lucía al hospital por su problema de oído, por lo que no se había percatado de que Lucía también se había lesionado el brazo. La mirada de Carlos cayó sobre Lucía, cuya piel blanca hacía que las heridas en su brazo fueran especialmente visibles. La sangre ya se había coagulado, y el aspecto era bastante grave. La expresión de Carlos se volvió más fría, y su voz era calmada pero firme: —Hay una sala de emergencias abajo, ve y trata esa herida antes de volver a casa. Lucía, con la cabeza gacha, parecía no haberlo escuchado. Carlos, de pie frente a ella, observaba su comportamiento y, sin saber por qué, se sentía irritado. Nunca había notado lo delgada que era Lucía. Sus brazos y su cuello eran tan delgados que parecían poder ser llevados por el viento. Isabel, incapaz de contenerse más, tiró de Lucía para ponerla frente a ella, interponiéndose entre ambas: —Han estado hablando por un rato, ¿acaso no se han dado cuenta de que algo no está bien? C