Capítulo 86
José siempre había querido que Lucía se marchara, y ella no sabía cómo responderle, optando por hacer como si no hubiera escuchado.
Cuando José hacía negocios, a menudo lo tildaban de usar tácticas mafiosas.
Esa especie de descaro también parecía haberse adherido a él; su apariencia ya intimidante y su aura dominante hacían que la gente evitara mirarlo directamente.
Le lanzó una mirada a Lucía y, recordando algo, soltó una risa ligera y despreocupada: —Tú y Carlos no van a casarse.
Lucía levantó la mirada, encontrando su mirada burlona. Un sentimiento indescriptible burbujeó dentro de ella, pero no pudo refutar sus palabras.
Alberto y Teresa bajaron media hora más tarde. Alberto, al ver a Lucía, comentó: —Carlos y Andi no van a volver esta noche, estamos solo nosotros cuatro. ¿Podemos arreglárnoslas con lo que haya para cenar, te parece bien?
Lucía no tenía posición para ser exigente. Respondió con voz baja: —Está bien por mí.
Teresa la miró y preguntó con un tono ni frío ni cálido: —¿

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