Capítulo 9
Felipe terminó su trabajo y se levantó para irse.
En la puerta se encontró con Lilia y Pepe, este último sostenía una taza de café con esfuerzo y se acercaba hacia él.
—Felipe, ¿a dónde vas?
—Papá, he venido a reconocer mi error.— Pepe levantó la taza de café, —Papá, deja de estar enojado conmigo.
Lilia se pegó a Felipe, y rozó a propósito su brazo con el pecho. —Felipe, él ya sabe que se equivocó, dale una oportunidad.
Lilia lo sedujo de forma muy evidente, desabrochando deliberadamente el botón superior de su camisa, con el labio pintado de un rojo llamativo. Su mirada estaba llena de provocación al mirarlo.
—Felipe, no te enojes con él, solo es un niño.— Su aliento caliente rozó el cuello de Felipe. —Es solo una cosa insignificante, ¿no te enojes, está bien?
Felipe no pudo evitar fruncir el ceño. La mujer que se contoneaba frente a él era completamente diferente de la Lilia indiferente y altiva que recordaba.
Ni siquiera podía comparar con Serena.
Serena siempre tenía una actitud fr

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