Capítulo 1026
La confusión afuera se disipó rápidamente, porque al no encontrar a Lorena, ese grupo de personas se infiltró nuevamente entre la multitud y se escondió.
Los cadáveres fueron arrojados al mar, ya que en ese lugar no había nadie de buen corazón dispuesto a recogerlos. Todos pensaban que traer muertos era de mala suerte.
Pronto, en el restaurante exterior, algunos comenzaron a comer, pero Lorena no podía salir. Ese grupo parecía haberla marcado, y en cuanto ella apareciera, sin importar el lugar, la matarían.
¿Quién podría haberla seguido con tanta tenacidad hasta allí? De ser así, ese camino jamás sería tranquilo.
Lorena respiró profundamente, resignada a que Pedro, que iba a salir, le trajera algo de comida.
Él, mientras tanto, se enteró de lo sucedido en el salón, y sus ojos se oscurecieron.
Regresó con la comida, y al ver a Lorena sentada aburrida en el sofá, colocó la comida frente a ella.
Lorena sabía que él había ido a investigar, y encogió los hombros. —No sé quiénes eran esos.
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