Capítulo 1181
Cuando ambos hablaron de ese tema, la atmósfera opresiva se disipó al instante.
Lorena por fin sintió sueño; rodeó su cintura con los brazos y se quedó dormida.
Cuando despertó, ya era mediodía. Una vez resuelto el asunto de Álvaro, tendrían que regresar de inmediato a Norteamérica.
Antes de partir, Lorena decidió no llevar consigo a Titán y Ares; los dejaría en la Hacienda Santa Lucía.
En cuanto a Martín, como Álvaro había muerto, Baltasar dijo que podía quedarse allí jugando un tiempo; quizá pronto recuperaría la memoria.
Después de dejarlo todo bien dispuesto, Lorena subió al avión con Pedro.
Cuando llegaron a Norteamérica, ya era por la tarde.
Bostezó y regresó a la villa para adaptarse al cambio de horario.
Al despertar, vio a Benjamín dormido, recostado en el borde de su cama.
Benjamín parecía agotado; al notar que ella se movía, abrió los ojos de inmediato.
—Durante el tiempo que ustedes estuvieron fuera, Alberto se enamoró, De esa, déjame pensar cómo se llamaba...
Comenzó a con

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