Capítulo 1199
Al llegar al lugar, vio que ya había una multitud reunida; el auto seguía en llamas y la policía ya estaba actuando.
Ella y su padre no podían aparecer abiertamente en esa ocasión; solo se mostraron brevemente y luego dejaron que la policía se encargara del cuerpo. Al subir al auto, el rey casi se desmayó.
—Valeria, quizá tu hermano estaba demasiado triste. Deseaba el trono; ha estado hablándome de ello últimamente, pero no me sentía tranquilo al entregárselo. No es tan maduro como tú.
Valeria estaba completamente pálida. Ese hermano que la había acompañado durante más de veinte años, ¿de repente ya no estaba?
Las lágrimas comenzaron a caerle con retraso, y hasta sintió cierto resentimiento hacia su padre.
—¿Por qué, padre, tenía que ser yo quien ocupara ese lugar? Si Alfredo lo deseaba, bastaba con complacerlo. Yo habría permanecido siempre a su lado.
La cara del rey también reflejaba un profundo dolor; se sostuvo la cabeza entre las manos. —¿Cómo iba yo a saber que algo así ocurriría

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