Capítulo 1295
Lorena tenía los ojos inyectados de sangre y apretó con fuerza la mano de José. —Abuelo José, no te preocupes, me encargaré de la familia López. No van a salir impunes. Tienes que aguantar. Has esperado tantos años, sería una lástima que todo se viniera abajo justo antes del amanecer. Tienes que vivir. Llegamos tarde, pero aún podemos salvarlo todo.
Benjamín lloraba a gritos, sin parar de secarse los ojos.
José, que intentaba levantar la mano para secarle las lágrimas, no podía; su mano temblaba tanto que no lograba alzarse.
Ambos estuvieron llorando un rato, mientras Lorena, parada a un lado, también se sentía mal, pero no interrumpió.
Los cuatro ancianos, ¿qué clase de fe les permitió llegar hasta aquí? De repente, pensó en Eugenia.
Sintió su cara húmeda, se levantó la mano para tocarla, y se dio cuenta de que eran sus propias lágrimas.
Ahora, esos tres ancianos no tenían nada de lo que hacerse cargo, ni siquiera la casa que la familia López les había arrebatado. Solo quedaba el hosp

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