Capítulo 168
A la mañana siguiente, cuando se levantó, pensó si debía tomar la iniciativa y presentar su renuncia primero. Así, al menos, podría conservar algo de dignidad.
Se levantó sin energía y, al bajar las escaleras, se topó con Yago.
Resultó que Yago también se había quedado a dormir en la casa de las Flores la noche anterior.
Yago la miró sin maquillaje, y su pecho comenzó a latir con fuerza.
En realidad, él ya había visto el lado juvenil y lleno de vida de Lorena, su belleza siempre había sido notable. Aunque muchos criticaban su carácter, nadie jamás había cuestionado su apariencia.
Yago se quedó absorto mirando su rostro, y cuando reaccionó, bajó rápidamente las escaleras. Tal vez por la prisa, incluso tropezó y cayó.
A Lorena no le importó en absoluto. Iba a irse directamente a casa, pero Yago la detuvo.
—Lorena, hoy quiero llevarte a ver otros lugares. Tal vez eso te ayude a recuperar la memoria. Ya consulté con el médico.
Lorena frunció el ceño y abrió la puerta del salón sin rodeos,

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