Capítulo 233
Lorena sintió que el cuero cabelludo le hormigueaba de rabia al notar que todos los empleados del último piso los miraban a ella y a Yago.
Yago pateó con fuerza la puerta de la oficina del director y, al ver a Pedro sentado en su silla con una expresión serena, como un día despejado tras la lluvia, soltó una risa fría y cerró la puerta de un golpe, aislando así las miradas curiosas del exterior.
De un tirón, soltó la mano de Lorena y dijo: —¡Habla! Dime, dices tu novio no era el tío Pedro. Entonces, ¿quién fue el hombre con el que te revolcaste anoche? ¿Con quién te acostaste?
Lorena apretó los labios de rabia, el rostro encendido de vergüenza.
Yago siempre tenía esa maldita habilidad de dejarla en ridículo frente a Pedro.
Pedro seguía revisando los documentos en sus manos, completamente indiferente a su discusión.
Yago, al ver su actitud fingidamente tranquila, se enfureció aún más. Se acercó y le arrancó los papeles de sus manos.
—Tío Pedro, ¿fuiste tú quien estuvo anoche con Lorena,

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