Capítulo 239
Ella pisoteó varias veces el suelo, deseando una vez más que Pedro la ayudara a vengarse.
Pedro solo miró a Lorena; notó que ella se agachaba para recoger los documentos del suelo uno por uno, como si tuviera algo atorado en el pecho.
—Lorena.
Lorena ya se había incorporado. Aún sostenía los documentos en las manos y, rápidamente, esbozó una sonrisa cortés.
—Ya entendí, se trata de pedirle disculpas a la señorita Patricia, ¿verdad?
Se inclinó con una reverencia.—Señorita Patricia, lo siento mucho, pero el señor Rubén aún me está esperando, así que no me detendré a charlar con usted.
Dicho esto, se dio la vuelta y se marchó sin siquiera mirar a Pedro.
Patricia, al verla así, estuvo a punto de gritar de la rabia.
—¡Tío Pedro, viste que ni siquiera te toma en serio! Deberías despedirla. Este trabajo lo puede hacer cualquiera. Al fin y al cabo, no es más que una empleada insignificante.
—Patricia.
El tono de Pedro cambió repentinamente y se volvió severo.
El pecho de Patricia tembló; sabía

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