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Capítulo 314

Lorena enseguida empujó a Pedro y, cuando entraron en el ascensor, sacó las toallitas desinfectantes que ya había preparado, se agachó a su lado y comenzó a limpiar el dorso de su mano. Aquella noche ella llevaba brillo de labios, y en la mano de Pedro había quedado una tenue marca de sus labios. Bajó la cabeza y frotó varias veces, gastando tres toallitas antes de poder respirar aliviada. —Ya está limpio, jefe Pedro. Lo siento mucho por lo de antes. Pedro retiró la mano sin decir nada. Lorena pensó que, una vez más, había molestado a Pedro, así que se apresuró a disculparse: —En esa situación tampoco tenía otra opción, esa mujer no era fácil de tratar. Si no hubiera actuado así, seguro que no habríamos podido engañarla. En ese momento, el ascensor llegó a la planta baja; en cuanto se abrieron las puertas, vio a Yago de pie afuera. Las pupilas de Yago se contrajeron bruscamente, como si hubiera visto a alguien en plena flagrancia. —¡Lorena, ¿qué tienes en el cuello?! A Lorena solo le d

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