Capítulo 477
Sara fue incinerada y enterrada durante la noche, y Juan también sepultó junto a ella aquel colmillo de perro, pensando que así quizás su sentimiento de culpa disminuiría un poco.
Lorena dio una vuelta por el lugar, dejó las flores que había comprado sobre la lápida en la que solo había una foto y se dispuso a marcharse.
Juan estaba sentado a un lado fumando; pensó unos segundos antes de decir: —Lorena, todavía quiero decirte unas palabras.
Por lo que le había dicho Orlando, llegó a sentir un breve momento de valentía, pero frente a la tumba de Sara, bajo la mirada de Lorena, ese valor se desvaneció de inmediato.
Ahora él era, para Lorena, el tipo de persona que más detestaba y despreciaba; si le decía que quizá había un problema con Josefina, ¿pensaría Lorena que estaba inventando cosas?
De por sí ella ya no le creía, y esa poca confianza tal vez terminaría de perderse.
Bajó la mirada, aspiró el cigarrillo en silencio y exhaló despacio.
—Tú no eres de la familia Flores. Cuando fui a v

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