Capítulo 557
Esa escena tomó a todos por sorpresa; Lorena tampoco lo esperaba y no esquivó.
Cuando sintió el dolor de la bala, miró hacia su propio hombro y luego a Ana, cuyo rostro permanecía imperturbable.
Por un instante, sintió que el carácter de esa mujer realmente se parecía al de Pedro.
No era de extrañar que Claudia estuviera tan satisfecha con ella; no solo dominaba la música, el ajedrez, la caligrafía y la pintura, sino que también era tan hábil con las armas.
Ana, evidentemente, había recibido entrenamiento profesional.
Ana curvó ligeramente las comisuras de los labios, una pizca de sarcasmo cruzó por sus ojos, luego guardó el arma y le dijo a Claudia: —Doña Claudia, el medicamento en la bala se disolverá, ¿nos llevamos a esta persona?
Lorena, al escuchar esto, intentó mover el cuerpo y descubrió que no podía.
No dijo nada, y vio cómo dos guardaespaldas se dirigían hacia ella.
Claudia también ya se había levantado, planeando llevársela.
Pero en ese momento, apareció la persona vestida de

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