Capítulo 623
Él colgó el teléfono, abrió una botella de vino y avisó a Ana, tranquilizándola.
Enseguida, siete u ocho autos se alejaron rápidamente de aquel paraje desolado; salvo aquel pequeño montículo de tierra, parecía que allí no había ocurrido nada.
Ese lugar quedaba a diez kilómetros del monasterio: por un lado, tierra sagrada de los dioses; por el otro, un rincón donde se ocultaban crímenes secretos.
De repente, el rugido de una bestia rasgó el silencio, y dos siluetas cruzaron veloces entre los árboles; sólo se distinguían dos manchas blancas.
Las dos sombras se detuvieron frente al pequeño montículo de tierra y comenzaron a cavar.
El hombre vestía ropa informal, pero su presencia imponía respeto; al ver la jeringa tirada a un costado, arrugó la frente. —¿Qué están cavando?
Las manchas blancas siguieron excavando, cubriéndose de tierra.
—Titán, Ares, ya basta de cavar.
El hombre recogió la aguja y la arrojó ladera abajo, sin ganas de averiguar qué estaba enterrado allí.
Los llamados Titán

Klik untuk menyalin tautan
Unduh aplikasi Webfic untuk membuka konten yang lebih menarik
Nyalakan kamera ponsel untuk memindai, atau salin tautan dan buka di browser seluler Anda
Nyalakan kamera ponsel untuk memindai, atau salin tautan dan buka di browser seluler Anda