Capítulo 625

César se llevó la mano a la frente y se frotó el entrecejo; en esos tres días no había comido nada y no se había apartado ni un instante de la puerta. En ese momento, simplemente se dejó caer en la silla, ya sin fuerzas ni recursos. El médico suspiró. —¿Por qué no permite que la señora Guzmán venga a intentarlo? Al menos, junto a ella, su sufrimiento podría aliviarse un poco. César estaba a punto de desfallecer; esos días los había pasado en un estado constante de ansiedad, y ahora, al saber que no había remedio, toda la tensión acumulada se desvaneció de golpe. Se desplomó en la fría silla. Se llevó de nuevo la mano a la frente y respiró hondo. —Usted no conoce la relación entre ellos. El jefe enfermó precisamente por la señora Guzmán. El médico se acomodó las gafas. —Entonces, no hay nada que hacer, habrá que esperar; si tiene suerte, despertará, y si no, pues así quedará. A partir de ahora, el Grupo Fortaleza quedará a tu cargo. César necesitó unos minutos para recomponerse antes de