Capítulo 675

Emilio había acordado que ese día se encontraría con Lorena, pero desde la mañana le había hecho varias llamadas y ella no contestó ninguna. La última vez que atendieron el teléfono, fue un hombre quien respondió. Juan estaba a punto de soltar unas cuantas palabrotas; este tipo había estado llamando desde la mañana hasta la tarde, ¿acaso no se cansaba? El teléfono casi se apagaba de tantas llamadas. Pero antes de que él pudiera maldecir, fue el otro quien habló primero. —Lorena, ya llegué a Jardines de la Paz, pero aquí parece que no hay nadie. ¿Dónde estás? ¿Hacia dónde debo ir? El helicóptero de Emilio se había posado directamente en el césped de Jardines de la Paz, y cuando llegó, pudo sentir claramente la hostilidad a su alrededor: innumerables miradas lo examinaron de arriba abajo y luego se desvanecieron. En ese momento, estaba de pie frente a su reluciente helicóptero, esperando ya con un aburrimiento mortal. Juan, al escuchar ese nombre, se levantó de inmediato. —¿Quién eres tú