Capítulo 688
La bañera era lo suficientemente grande como para que él la sostuviera en sus brazos, y así permanecieron, sumergidos en el agua tibia.
Las mejillas de Lorena estaban muy rojas; desde su ángulo podía ver sus labios ligeramente alzados y el sudor que le resbalaba desde la frente.
Su brazo se tensó; pensó durante unos segundos antes de inclinarse lentamente hacia ella para besarla.
Pero ella abrió los ojos de nuevo, observando, sin apartar la mirada, cómo ese beso estaba a punto de caer.
Quizá, al notar que ella estaba despierta, él no se atrevió a moverse.
Lorena lo miró durante unos segundos y, esta vez, realmente se quedó dormida, recostada contra su pecho, mostrando solo un perfil de su cara.
Pedro apretó los labios, algo resignado, y apoyó la barbilla sobre la coronilla de ella, con voz ronca.
—No me tortures más.
Esa mujer era como una espada suspendida sobre su cabeza, sin saber en qué momento caería.
Después de quince minutos de baño, él secó su cuerpo con cuidado y la llevó de v

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