Capítulo 815
Alejandro estaba disfrutando de su propio regocijo cuando, de pronto, sonó el teléfono. Era Salvador.
Últimamente, nadie sabía muy bien en qué andaba metido Salvador; en cualquier caso, no se había puesto en contacto con ellos.
Era algo normal: al fin y al cabo, la familia Martínez mantenía una relación demasiado estrecha con el gobierno, y a veces los movimientos personales de Salvador no podían revelarse a nadie.
Alejandro, envuelto en aquella brisa primaveral de ternura, contestó con un tono mucho más relajado.
—Vaya, qué sorpresa que el hombre ocupado tenga tiempo de llamarme. ¿Acaso también quieres invitarme a beber?
Salvador, sentado en su auto, lo pensó un instante y, al final, preguntó: —¿Qué tal vas con Andrea últimamente?
—Muy bien. Anoche estuvo tan tierna conmigo; me besó primero, incluso me sirvió un vaso de agua. En mis sueños siempre la imaginaba tratándome así. Salvador, siento que me voy a casar con ella; incluso ya tengo pensado cómo contarles a mis padres y a la fami

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