Capítulo 864

Cuando Lorena estaba sentada en la estrecha cama de la celda, de repente alguien llamó a la puerta. —Hoy alguien viene a verte, sal pronto —dijeron. Ella se mostró algo desconcertada; en un momento tan crítico como este, ¿quién estaría dispuesto a visitarla? Al entrar en aquella sala, vio que se trataba de Salvador. Él estaba sentado en un pequeño sofá a un lado; al verla, se levantó lentamente, recorrió con la mirada todo su cuerpo para asegurarse de que no estaba herida y, solo entonces, dio unos cuantos pasos para pasar junto a ella. —Vámonos —dijo. Lorena se quedó sorprendida. ¿Irse? ¿Adónde? ¿Acaso ya no tendría que cumplir condena? Con dudas, lo siguió obediente. Una vez dentro del auto, todavía le costaba creerlo. Entonces comprendió: Salvador mantenía lazos muy estrechos con los dirigentes; si quería sacar a alguien bajo fianza, para él esto era algo sencillo. Lo que Lorena no entendía era con qué pretexto había logrado liberarla esta vez, siendo que el asunto en el que estaba