Capítulo 926
Cuando volvió a despertar, aquel pequeño estuche que quería regalarle a Lorena estaba sujeto en la mano de un hombre. Este abrió la cajita y, al ver la fotografía que había dentro, su mirada se tornó de inmediato más suave.
Las manos de Juan estaban atadas a la espalda. Miró al hombre enmascarado, que parecía no atreverse a mostrar el rostro, y soltó una risa fría. —¿Quién eres?
El hombre observó varias veces la fotografía que sostenía entre los dedos y, al final, la arrojó al cubo de basura que tenía al lado.
Juan arrugó la cara. Muy pronto un matón le dio una patada en la espalda y sintió que las entrañas se le revolvían; estuvo a punto de escupir un bocado de sangre.
El hombre, con zapatos de cuero, se acercó lentamente hasta quedar junto a él.
Juan, con el rostro torcido por el dolor, apoyó las manos en el suelo y levantó la cabeza para mirarlo.
—¡Tanto ocultarse! ¡Bah! Si quieres matarme o torturarme, haz lo que quieras.
El zapato del hombre descendió poco a poco sobre el dorso de

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