Capítulo 929

Juan se incorporó para dirigirse al ordenador, pero recibió otra patada en la espalda. Escupió un chorro de sangre y quedó arrastrándose por el suelo. Miró con odio al hombre enmascarado. La comisura de los labios del hombre se curvó con frialdad. —¿No decías que lo tuyo con Lorena era solo cariño de hermanos? Pues yo diría que estás bastante confundido, amiguito. Al pronunciar la última palabra, su tono resultó sumamente burlón. Juan, encogido en el suelo, dejó que las lágrimas corrieran por su rostro. El hombre se levantó del sofá y avanzó lentamente hacia él. Levantó el pie y lo apoyó sobre su mejilla. —¿Por qué no hablas? Has vivido tantos años y ni siquiera sabes lo que es querer a alguien. Antes, en la familia Flores nadie quería a Lorena, ¿y por qué tú eras el único que buscaba acercarse a ella? Aquella noche, cuando vino a salvarte, ¿te atreves a negar que tu corazón se estremeció? ¿Lo tuyo con ella es amor o admiración? ¿De verdad sabes distinguirlo, burro enfermo? Juan parecí