Capítulo 962
César, en realidad, aún tenía muchas cosas que quería decir, pero aquello, tanto para Lorena como para el propio Pedro, representaba una herida demasiado grande.
Se quedó en silencio. —Señora Lorena, veo que su estado no es bueno. Descanse primero. Si en el futuro desea saber más, puedo contárselo poco a poco.
Lorena agitó la mano, pero no logró pronunciar una sola palabra.
César se marchó al poco tiempo. Lorena se desplomó sobre la mesa y escuchó pasos en la entrada.
Alzó la cabeza, con los ojos enrojecidos, y miró a la persona que entraba.
Pedro cerró la puerta lentamente, se acercó y se sentó junto a ella, tomando su cara entre las manos.
Las lágrimas de Lorena brotaron de inmediato, y lo abrazó con fuerza.
Ella rara vez se derrumbaba en un llanto tan desconsolado, pero en ese instante se aferró a la ropa de Pedro, y sus sollozos se desbordaron sin poder contenerse.
Mientras lloraba, sintió algo cálido que se deslizaba por su cuello.
Se apresuró a levantar la mirada y vio las pestañ

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