Capítulo 84
El grito repentino y desgarrador de Regina dejó a Marcos desconcertado; por fin notó que algo no estaba bien.
Bajó por instinto la cabeza y vio que el celular en el asiento del copiloto estaba encendido.
—¿A quién estabas llamando?
En un dos por tres el semblante de Marcos se tensó; apenas tomó el celular de Regina, cuando la puerta del auto fue golpeada con fuerza.
Estaba tan nervioso que ni siquiera pudo sostener bien el celular.
Al alzar la mirada, vio al mismo hombre que había aparecido aquel día frente a la hacienda en las afueras.
Regina también oyó los fuertes golpes. Movió los ojos y, al ver a Alonso, una oleada de alivio y redención total invadió su corazón.
Marcos apretó furioso los dientes, frustrado por ver arruinada su buena ocasión.
El auto seguía sin estar desbloqueado.
Marcos pensó que, ya que habían llegado a ese punto, lo mejor sería consumar todo de una vez por todas esa misma noche.
Quería arrancar el auto.
Marcharse a otro lugar, donde nadie pudiera interrumpirlos,

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