Capítulo 1061
El abogado asintió. —Señorita, ahora usted es mi clienta, ¡y seguro que ganaré este caso por usted!
Los tres matones estaban sentados en las sillas, pálidos de miedo. —Guapa, por favor, perdónanos.
—No queremos ir a la cárcel.
Teresa respondió: —¿Quieren que los perdone? ¡Ni lo sueñen!
Los tres matones, desesperados, dijeron: —Guapa, en realidad esa noche estábamos bajo las órdenes de alguien.
Ella se congeló. —¿Qué están diciendo?
—Te contamos la verdad. Esa noche alguien nos pagó para que te siguiéramos.
Teresa, incrédula, exclamó: —¿Qué están inventando? ¿Qué significa que alguien los haya ordenado? ¿Quién los mandó?
Solo era una estudiante universitaria común y corriente, muy querida por sus compañeros. No podía creer que alguien hubiera pagados a esos matones para humillarla. ¡Qué maldad tan enorme!
—Bella, ya confesamos todo, pero primero, ¿podrías escribir una carta de perdón para dejarnos salir?
—No podemos ir a la cárcel. Cuando nos ofrecieron dinero, estábamos desesperados, a

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