Capítulo 198
Doña Sara sentía que ese era el momento culminante de su vida, estaba siendo elevada por sus dos queridísimas nietas.
Ana y Rosa, esas dos preciosas flores, sonrieron.
La familia se encontraba envuelta en una atmósfera de alegría.
Raquel, desde una esquina, observaba en silencio. La agitación y el esplendor de la familia Pérez siempre habían estado fuera de su alcance. Lo único que la concernía era su padre, quien ya descansaba bajo tierra, olvidado por toda la familia Pérez.
En ese momento, Raquel de repente se percató de que una mirada se posaba sobre su rostro. Levantó la vista y vio a Alberto.
Alberto, bajo la brillante luz, la observaba fijamente.
¿Qué estaba mirando?
Esa noche, él había acompañado a Ana de vuelta a la casa familiar, apoyándola en todo momento.
Parece que todos habían olvidado que ella era la señora Díaz.
Qué ridículo.
Raquel apartó la mirada.
—Bien, ya que estamos todos aquí, presidente Alberto, El Invencible, vamos a cenar —dijo doña Sara,

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