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Capítulo 241

Alberto no dijo una sola palabra; Nahia no lograba entender qué pensaba ese hombre, ni sabía qué pasaba por su mente. —¡Presidente Alberto! Esa noche fui yo, te entregué mi primera vez... Antes de que pudiera terminar, Alberto ya había pisado el acelerador, y el lujoso automóvil comenzó a alejarse a gran velocidad. —¡Presidente Alberto! Nahia permaneció allí, insegura, aterrada de que Alberto descubriera la verdad. En ese momento, dos guardaespaldas vestidos de negro se acercaron de repente, la tomaron por la fuerza y comenzaron a arrastrarla. Nahia gritó aterrada, —¿Quiénes son ustedes? ¡Déjenme ir! —¡Entra! ¡Nuestra señorita Ana quiere verte! Los dos guardaespaldas, con rudeza, la empujaron hacia una furgoneta de lujo. Nahia levantó la mirada y vio a Ana, quien la observaba con una expresión fría en su rostro delicado. El corazón de Nahia se hundió. Había oído hablar de Ana. En Solarena, todos sabían que Ana era la consentida de Alberto. Raquel era simplemente una señora Díaz que no

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