Capítulo 29
¡Ah!
El grito agudo de Ana hizo que Alberto pisara el freno, y el Rolls-Royce se detuvo.
Ana respiraba con dificultad, visiblemente asustada: —Alberto, ¿cómo pudiste conducir tan rápido?
El rostro de Alberto seguía sombrío, y levantó la vista. Justo cuando él frenó, el Lamborghini que los había estado persiguiendo aprovechó la oportunidad y se fue rápidamente.
Alberto apretó los labios: —¿Estás bien?
Ana negó con la cabeza: —Estoy bien.
Entonces Ana dijo: —No puedo creer que Raquel haya atraído a Ramón. ¿Viste cómo estaba bailando en la pista? Yo la conozco, creció en el campo, dejó la escuela a los 16 años y solo aprendió a seducir hombres. ¡Es una mujer decadente, no se respeta a sí misma!
Los ojos de Alberto se enfriaron. En su mente, se apareció la imagen de Raquel moviéndose sensualmente en la pista de baile. En efecto, solo había aprendido a seducir a los hombres, Ana no la estaba difamando.
Con un hombre como Ramón, que tiene unos estándares tan altos, ella lo habí

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