Capítulo 934
Camila se disculpó con un tono apenado, —Raquelita, lo siento mucho, te causé demasiados problemas.
Samuel le echó un vistazo a Alarico con desprecio, quien yacía en el suelo, y tomó la pequeña mano de Camila para llevarla consigo.
Camila miró hacia atrás, —Raquelita, adiós.
Justo después de que dijera eso, Samuel extendió la mano para rodear su pequeña cabeza y la atrajo con ternura hacia su pecho, impidiéndole mirar atrás.
A paso largo Samuel sacó a Camila del hospital, abrió la puerta del asiento del copiloto, la metió dentro, y luego regresó al lado del conductor.
Camila notó de repente que sus articulaciones estaban sangrando bastante; enseguida le agarró la mano. —¡Tu mano está herida, déjame ayudarte a curarla!
Pero Samuel levantó al instante la mano, sin dejar que ella lo tocara.
Camila quedó perpleja. Observó cómo su apuesto y noble rostro se tensaban, su pecho bien formado aún se movía con la respiración, claramente estaba muy alterado.
Camila preguntó con sospecha. —¿Cómo es

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