Capítulo 25 Un poco más de rencor
Desde que Sara la obligó a quedarse en ese dormitorio, Yolanda había pedido licencia y se había encerrado allí, sin dar un solo paso fuera.
¡Estaba enojada con Sara!
Quería que Sara cayera en cuenta de lo indispensable que era como secretaria.
Sara llegó a la puerta del dormitorio acompañada de Simón y luego le lanzó una mirada. Pero Simón no reaccionó.
—¿Qué haces ahí parado? ¡Toca la puerta!
—¿Y por qué tengo que tocar yo?
—Eres mi asistente. ¿O acaso esperas que la toque yo misma?
Simón se quedó sin palabras.
¡Toc, toc!
¡Toc, toc, toc!
No le quedó más remedio que tocar la puerta.
Cuando Yolanda abrió y vio a Simón en la entrada, se enfureció al instante.
—¿Tú, campesino vulgar? ¿Qué haces aquí? ¿Vienes a propasarte conmigo?
¡Te advierto que, aunque esto sea un sótano y no venga mucha gente, si te atreves a hacerme algo, llamaré a la policía de inmediato!
Simón no dijo nada.
—¿Yolanda, aún no has aprendido la lección?
Apenas escuchó a Sara, Yolanda cambió completamente de actitud.
—J

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