Capítulo 100
En el momento en que Leticia quedó atónita, Pedro levantó su barbilla y la besó.
Los ojos de Leticia se abrieron de par en par, ella permanecía inmóvil, incapaz de reaccionar.
De repente, sintió que su cuerpo quedaba en el aire. Pedro la levantó en brazos y la llevó hasta la cama, donde se inclinó sobre ella.
Las manos de Leticia, nerviosas, se aferraban a las sábanas, su cuerpo rígido de tensión.
Pedro continuaba besándola apasionadamente, saboreando cada esencia de su boca.
Sin que ella se diera cuenta, los tirantes de su camisón se deslizaron hasta sus hombros, revelando su pecho.
Pedro se apartó ligeramente, observándola desde arriba. Sus ojos brillaban llenos de deseo. —¿Sabes por qué?
Leticia sacudió la cabeza, sin palabras. Pedro volvió a inclinarse, sellando sus labios con los de ella.
Esta vez, con su suavidad, Leticia se rindió.
Poco a poco cerró los ojos, mientras sus manos, que antes sujetaban las sábanas con fuerza, se fueron relajando.
Pedro se quitó la chaqueta, y mientr

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