Capítulo 60
Oscar susurró sin emitir sonido, —Ya lo sé.
Pedro notó la interacción entre su sobrino y su esposa, y jaló a Leticia con más fuerza.
—¡Ay! —exclamó Leti, tropezando de nuevo. Pedro la sujetó firmemente por la cintura, empujándola para que siguiera caminando.
Habían llegado al comedor; era hora de almorzar.
Pero Pedro no quería quedarse ni un minuto más. No le hacía ninguna gracia la cercanía entre su esposa y su desastroso sobrino. —No comeremos en casa. Nos vamos directamente a donde estamos alojados. —dijo Pedro con seriedad.
Don Fernández intervino rápidamente, —¿A qué tanta prisa? Oscarcito acaba de llegar. Hoy almorzamos todos juntos, nadie se va hasta que tengamos nuestra comida familiar.
Leticia, que estaba más cerca de Pedro, percibió la incomodidad de su esposo y decidió quedarse callada.
No pasó mucho tiempo antes de que Oscar apareciera tranquilamente en el comedor, tomando su lugar en la mesa sin decir una palabra para detener a Pedro.
Porque aunque lo hubiera hecho, todos

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