Capítulo 59
Aunque lo decía de palabra, el hombre-ave se agachó para revisar el estado de Ximena.
En ese preciso momento, Ximena abrió repentinamente los ojos y emitió una voz que no le correspondía, una voz masculina.
—¿Adelaida, verdad? Te recuerdo.
—Vaya, ¿también puede hablar?
El hombre-ave se inclinó ligeramente hacia atrás y, sin saber de dónde, sacó un pequeño cuchillo largo y afilado, dirigiéndolo hacia el área del corazón de Ximena.
A medida que la piel se abría, brotó sangre roja y fresca.
—¿Qué es todo esto...? Parece ser algo que se usa en lugar de un corazón.—El hombre-ave observaba el objeto irregular y plateado que emergía de la abertura de Ximena, murmurando.
[Huésped, ve a echar un vistazo. Necesito tu visión, percibo una presencia familiar.]
Adelaida, que hasta ese momento había estado observando desde lejos, se sorprendió al escuchar hablar a Purífera de repente.
Adelaida se acercó y se agachó junto al hombre-ave, mirando el área del corazón de Ximena.
[El Parásito Digital.]
La

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