Capítulo 244
Patricia seguía observándolo con cautela y le dijo: —¿Necesitas que llame a una ambulancia? Pero si puedes hablar tanto, mejor llama tú mismo.
Álvaro guardó silencio por un momento, y una amargura se apoderó de su corazón. ¿Ni siquiera estaba dispuesta a llamarle a una ambulancia?
Si se moría allí, ¿ni siquiera le importaría?
Álvaro sonrió, pero no se movió.
Permanecieron así durante un largo rato.
Había mucha gente subiendo y bajando en el ascensor, todos lanzando miradas extrañas.
A Patricia le dio vergüenza, así que solo dijo: —Por favor, hazte a un lado.
Álvaro se apartó obedientemente.
Patricia sacó las llaves y las insertó en la cerradura, observando de reojo a Álvaro. Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta, se movió rápidamente hacia dentro de la casa. No tuvo tiempo de asegurar la puerta cuando Álvaro la empujó y entró sin reparo alguno. Dijo que no tenía fuerzas, pero la energía que usó para abrir la puerta no era poca.
Patricia lo miró furiosa: —¡No te

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