Capítulo 48

La habitación del hospital era privada, solo había una cama y Patricia se encontraba todavía muy débil, con poco deseo de hablar o prestar atención a Álvaro. Sin embargo, la presencia de Álvaro era tan abrumadora que, a pesar de su resistencia, se sentía como si una montaña le presionara, dejándola sin aire. —¿Ya te has cansado de mirar? Patricia habló con voz ronca y débilmente. Álvaro se acercó un poco más, su sombra cayendo sobre ella: —El médico dijo que estás muy debilitada y que necesitas reposo absoluto. Su tono era extremadamente suave, sereno como el agua. Esto hizo que Patricia recordara algunos momentos dulces del pasado, frunció el ceño con desdén, sin responder, aunque su mano todavía acariciaba su vientre ligeramente, sintiendo la presencia del bebé dentro. Estaba preocupada, pero entonces escuchó a Álvaro decir: —El niño está bien, pero tú necesitas descansar; no hables ahora, descansa bien. Su ternura era inusual, incluso su mirada había perdido la frialdad de antes, er