Capítulo 4
Acababa de regresar a mi amplio apartamento y me disponía a descansar cuando, de repente, sonó el teléfono.
Era una llamada de Abelardo.
—Patricia, ¿ya lo pensaste bien?
—Si ya lo pensaste, ven a pedirle disculpas a Julia. Todavía podemos... Nuestra boda aún...
No tenía ganas de seguir escuchándolo, así que lo interrumpí de inmediato. —La boda está cancelada. Tampoco registramos el matrimonio. Ahora te lo notifico formalmente: terminamos.
Abelardo guardó silencio por un instante y luego soltó una risa sarcástica. —Muy bien, ¡tú lo dijiste! ¡Después no vengas a suplicarme que volvamos!
La llamada se cortó bruscamente.
Media hora después, el teléfono volvió a sonar.
Era una llamada de Miguel Carlos, el mejor amigo de Abelardo.
Hablaba apresurado y me pidió que fuera de inmediato.
—¡Abelardo tuvo un accidente mientras te buscaba! Condujo a toda velocidad y está gravemente herido.
—¡Ahora mismo lo están atendiendo en el Hospital San Miguel; puede que lo lleven a cuidados intensivos! ¡Apres

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