Capítulo 17
Teresa estaba a punto de salir de la clínica veterinaria con la perrita cuando Sonia se dio cuenta de que había perdido la cartera.
Se palpó todos los bolsillos, pero no la encontraba.
El dinero le daba igual; lo importante era la foto de su gata que llevaba dentro.
—Teresa, ¡llévate a la perrita a casa! Yo voy a buscar mi cartera.
Le puso las golosinas para mascotas en la mano y se dio la vuelta, corriendo de regreso.
En la esquina de urgencias, Ignacio salió con la cartera en la mano.
—Creo que esto es tuyo.
Sonrió y agitó la cartera; el cierre metálico aún tenía una mancha de babas de perrito.
Cuando Sonia la recogió, sus dedos rozaron la palma cálida de Ignacio.
Recordó la imagen de él, tan sereno, dirigiendo la reanimación por la mañana, y sin pensar le salió del alma: —Muchas gracias. ¿Te apetece que comamos juntos? Hoy de verdad...
No llegó a terminar la frase.
—Llámame Ignacio.
Se ajustó las gafas y dijo: —Cerca de aquí han abierto un restaurante nuevo; el dueño es amigo mío. S

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