Capítulo 110
Alguien reaccionó rápidamente: —¡Vayan a avisarle al señor Pedro!
Uno de los guardaespaldas salió corriendo para dar el aviso. Mientras todos miraban en la dirección por donde Oscar había desaparecido, Ángeles levantó la falda y, con dos rápidos movimientos, se quitó los tacones.
¿Si no corría ahora, cuándo lo haría?
Ángeles comenzó a correr a toda velocidad. Su vestido rojo escarlata era como una llama ardiente e inalcanzable que atravesaba el pasillo de ensueño.
Los guardaespaldas soltaron una maldición y de inmediato empezaron a perseguirla.
Mientras tanto, en el salón de la fiesta, la atmósfera seguía llena de bullicio y alegría. Una multitud de invitados intercambiaba brindis, cumplidos y charlas. De vez en cuando, las miradas se dirigían hacia la puerta, todos esperando la aparición de los protagonistas del banquete de compromiso.
Hasta que un guardaespaldas entró apresuradamente y, acercándose al señor Pedro, le susurró algo al oído. Bajo la aparente calma de la fiest

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