Capítulo 115
Quizás por un golpe de suerte, Berenice encontró, frente a la puerta de una de las habitaciones de huéspedes, un cesto de ropa sucia que contenía un saco y un mantel sencillo hecho bola.
Su corazón dio un brinco de alegría. Miró a su alrededor y confirmó que, efectivamente, dentro de Eterno Amor no había cámaras de seguridad. De haberlas, jamás se habría atrevido a aceptar la invitación del director Amadeo.
De vuelta en su habitación, envolvió el mantel sencillo alrededor de su cuerpo, dándole la apariencia de un vestido sobrio. Luego, se colocó el saco encima, lo cual hacía que su atuendo resultara menos llamativo.
Se ajustó la gorra y la mascarilla con sumo cuidado antes de salir.
Estaba a punto de abandonar Eterno Amor. Berenice exhaló un suspiro de alivio mientras avanzaba con discreción.
Pero justo en ese instante, varios hombres con apariencia de estar bien entrenados le bloquearon el paso. Uno de ellos, con voz fría, le dijo: —El señor quiere verte.
—¡Yo... yo no con

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