Capítulo 147
En ese momento, Ángeles estaba completamente abatida.
Había corrido un buen tramo, creyendo varias veces que finalmente había logrado dejar atrás a Vicente. Pero cada vez que miraba hacia atrás, allí estaba él, esa figura alta y firme, no muy lejos de ella, caminando con calma y confianza, como si el tiempo no existiera.
¿?
¿Qué clase de habilidades tiene este hombre? ¿Cómo es posible que no pueda deshacerme de él?
Tras varios intentos fallidos, Ángeles finalmente se rindió. Detuvo su frenética huida, permaneció quieta en su lugar y, doblándose hacia adelante, comenzó a jadear con dificultad.
—Ya... ya no puedo más... me rindo...
Vicente conservaba su misma postura relajada. En sus brazos, el pequeño cachorro blanco que llevaba se retorcía emitiendo pequeños gemidos, producto de las caricias que recibía. Había pasado de ser un perrito "valiente" a un dócil y consentido animalito, frotándose constantemente contra la palma de Vicente.
La escena era, en cierto modo, adorable.

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