Capítulo 157
El sinuoso y estrecho sendero de montaña, trazado completamente por las huellas de quienes lo habían recorrido, estaba rodeado de arbustos y matorrales. Las altas copas de los árboles bloqueaban la luz del sol, creando un ambiente sombrío, pero fresco y agradable. Sin embargo, las quejas de los estudiantes no se hicieron esperar.
—¡Estoy agotado! Ya no puedo más, ¿podemos parar a descansar un momento?
Se escuchaban las voces cansadas de muchos, especialmente del grupo liderado por Maristela, quienes se quejaban más que nadie.
El subdirector, quien encabezaba al grupo como líder, se detuvo un momento y, con una mirada severa, les espetó: —¡Ni siquiera están cargando nada! Van prácticamente con las manos vacías, ¿y todavía se quejan? ¿Dónde queda esa energía que derrochan cuando van a bailar?
Las palabras del subdirector fueron tan contundentes que los estudiantes no supieron cómo responder, quedándose completamente callados.
Los suministros transportados en los dos grandes camiones habí

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