Capítulo 210
Marisela se sentó en el suelo, completamente pálida y temblando.
—Qué, ¿qué dijiste? ¿Mi Adalberto...?
La ausencia repentina toda la noche, el celular sin respuesta alguna y las pistas que Adalberto había dejado antes terminaron en un lamento desgarrador. Casi arrastrándose, Marisela se le acercó a los pies de Ángeles, rogándole: —Señorita Ángeles, ¿qué sabe? ¡Dígame, dígame, ¿dónde está mi Adalberto ahora?
Ángeles, sin conmoverse ni un solo instante, se limpió las manos manchadas de aceite con una servilleta y respondió fríamente: —En el río.
¡Boom!
Marisela se cayó de inmediato.
Viendo esto, Ángeles lanzó rápidamente dos agujas plateadas del interior de su mano, controlando así la respiración de Marisela. Aunque estaba destruida por dentro, fue traída de vuelta tan pronto como pudo.
En ese preciso instante, Marisela, llena de furia, comenzó a golpear una y otra vez a Ángeles con los puños mientras gritaba: —¡Si lo sabías, ¿por qué no lo salvaste? ¿Por qué no lo salvaste

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