Capítulo 276
En la enorme clínica, ¡solo quedaba la voz de una mujer gritando descontroladamente!
Ocho ancianos doctores parecían avergonzados; después de todo, se trataba de asuntos y escándalos familiares, y no era apropiado que los extraños los escucharan, así que desesperadamente le hacían señas a Ángeles con las cejas.
El mensaje era claro: nosotros nos retiraremos primero, déjenlos que lo resuelvan entre ellos.
Ángeles no tenía tanta paciencia y le dijo a Maristela, Arturo y Sofía: —Les doy cinco minutos.
Tras decir esto, Ángeles se giró y entró al almacén de hierbas para preparar algunas cosas.
Cinco minutos después, parecía que habían llegado a un acuerdo. Arturo le entregó a la mujer una suma de dinero como compensación y acordaron seguir caminos separados en el futuro, sin más relación entre ellos.
Maristela permanecía en silencio, con la cabeza baja, sin saber en qué pensaba.
Ángeles extrajo los gusanos de brujería de Arturo y la mujer, cuidadosamente los colocó en una cubierta de vidrio

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