Capítulo 33
Cuando Ángeles entró en la villa Casa Castro, estaba cubierta de sangre y cojeando.
Su rostro hinchado mostraba cortes de diversas dimensiones en los brazos y las piernas.
A primera vista, ofrecía una imagen impactante.
¡Rafael y Nancy quedaron atónitos!
Un segundo antes, aún conspiraban detrás de ella, especulando si Ángeles había orquestado todo este drama a propósito.
Pero ahora, al ver a Ángeles en ese estado, se dieron cuenta de lo absurdas que habían sido sus conjeturas.
—Ángeles, ¿cómo estás? ¡Esta noche ha sido un tormento para mamá!
Nancy, empujando a Paula, se levantó del sofá y corrió hacia Ángeles; quería sostenerla, pero temía lastimarla, así que solo pudo llorar de dolor.
Rafael gritó inmediatamente a un sirviente: —¡Traigan al médico, rápido!
Ángeles se sentó en el sofá, pálida por la pérdida de sangre, con los labios descoloridos, pero sus ojos seguían claros y distantes.
Nancy preguntó apresuradamente: —Ángeles, ¿qué ocurrió anoche, quién te secuestró?
Rafael asintió y

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