Capítulo 374
Ella fijó la mirada en aquella sombra durante varios segundos, como si quisiera grabar cada contorno y detalle para siempre en su mente.
Luego, Ángeles levantó a Beatriz en brazos. Antes de que sonara el segundo disparo, se lanzó al suelo con ella y rodaron a gran velocidad hasta el interior del edificio.
Al mismo tiempo, los cuatro hombres de confianza de la familia González finalmente aparecieron. Alzaron la vista hacia el piso superior y, sin dudarlo dos veces, entraron corriendo, listos para capturar a quien fuera.
—Beatriz, aguanta, por favor... resiste, resiste...
Murmuraba Ángeles con desesperación mientras sacaba apresurada el pequeño estuche de agujas que siempre llevaba consigo. Con rapidez, lo abrió y comenzó a clavar una aguja tras otra en el cuerpo de Beatriz, haciendo uso de todo lo que había aprendido.
Pero era ya inútil. Beatriz ya no respiraba.
Su pulso y su corazón se habían detenido por completo tras recibir aquel disparo.
Ángeles, llena de profundo dolo

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