Capítulo 468
—Yo, yo...
Ángeles, con las manos temblorosas, intentaba explicar lo inexplicable cuando de repente, el rostro impresionantemente bello de Vicente se agrandó ante sus ojos. Justo antes de que la sombra lo cubriera, escuchó la voz ronca de Vicente decir:
—Ahora, es mi turno.
—Tú... mmm...
Las palabras de Ángeles fueron interrumpidas, bloqueadas por un beso que distaba mucho de ser suave o superficial como los anteriores. En este momento, Vicente era visiblemente más feroz, como si quisiera devorarla, sus manos apretaban continuamente su cintura.
Era un asalto arrebatador, una conquista tumultuosa.
Finalmente, Vicente, con una ferocidad inusitada, le mordió. Ángeles, no dispuesta a mostrarse débil, le respondió con una mordida igual de intensa. Lo que comenzó como un beso en un torbellino de pasión adquirió un tinte de combate.
Quién cedió primero era incierto, como también lo era quién había empezado.
Todo ocurrió tan naturalmente.
Era lo obvio, lo esperado.
Cuando Ángeles abrió los o

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