Capítulo 87
Ángeles echó un vistazo y notó que la puerta de este lugar era diferente a las demás, adornada con un patrón antiguo y complejo, que emitía un aura misteriosa y peligrosa.
Qué familiar...
Como si lo hubiera visto en alguna parte.
¿Dónde podría ser...?
Ángeles se esforzaba por recordar, pero antes de que pudiera llegar a una conclusión, oyó una risa burlona detrás de ella, y un frío helado le sopló en la nuca.
Ya no había luz; estaba oscuro, y con ese susto, Ángeles tembló y, por reflejo, lanzó un puñetazo.
¡Bang!
Un gemido sordo resonó, y cuando Ángeles se enfocó, descubrió que era Oscar.
Ah, entonces no hay problema.
Ángeles retiró su mano, sin un ápice de arrepentimiento en su rostro.
Oscar, sosteniéndose la nariz y con los ojos llameantes de ira, recordó la última vez que Ángeles le había dado dos puñetazos como "lección de pago" en la puerta de Casa Aguilar, y ahora había sido golpeado por ella otra vez.
—¡Ángeles! —Oscar exclamó furioso: —¡No pienses que me abstengo de golpear a u

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