Capítulo 403
Miguel dijo: —Está bien, Carla y yo te esperamos.
—Vale.
Después de colgar, ella dejó escapar un suspiro de alivio.
Había sido por poco.
Estuvo a punto de perder el control.
¿Andrés sabía cómo provocarla?
La mirada del hombre se posó en Luisa, y con una sonrisa en los labios, bromeó. —Querida, ya eres mayor, ¿y tu padre sigue controlándote? Apenas son las siete de la noche y ya te llama para que vuelvas a casa a cenar.
Luisa lo ignoró y le respondió con seriedad: —Me voy. Haz que mañana envíen estas cajas a mi despacho.
Él mostró un aire de indiferencia y permaneció en silencio. La observó durante un rato sin aun responder.
Ella se levantó y salió.
Andrés la miró marcharse.
La habitación comenzó a sentirse fría y silenciosa.
...
A la mañana siguiente, Luisa fue a trabajar al despacho de abogados.
Nada más entrar en la oficina, vio cinco cajas de cartón grandes en el suelo.
Dos de las cajas eran los expedientes del caso que había visto el día anterior en la sala de descanso de Andrés.
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