Capítulo 424

Andrés se sentó, tomó los cubiertos, pero se los pasó a Luisa. —Querida, tú tampoco has desayunado, ¿verdad? Come tú primero. Olga estaba de pie a un lado, con una sonrisa en el rostro. Luisa negó con la cabeza. —Aún no tengo hambre. Come tú primero, yo comeré más tarde. Al otro lado de la mesa, Alejandro comía con mucho apetito. Devoró los fideos. —¡Está delicioso! Andrés volvió a mirar a Luisa. Ella sonrió resignada. —Acabo de despertar, todavía no tengo apetito, come tú. Solo entonces él tomó los cubiertos. Hacía mucho que no comía fideos preparados por Luisa. Los hecaba de menos. Seguían teniendo el mismo sabor de antes. Cuando Andrés y Alejandro llegaron, traían una maleta y una mochila. El auto, al llegar al fin de la carretera pavimentada en las afueras del pueblo, tuvo que detenerse porque el camino se convertía en un sendero fangoso, imposible de transitar. Alejandro seleccionó algunas prendas para cambiarse y las metió en la mochila. Él las llevó durante el trayecto. Después