Capítulo 68
—Necesitas un acompañante. —Carlos extendió la mano, haciendo una invitación caballerosa.
—Hum, hum. —El cerdito apareció detrás de él, interponiéndose entre Carlos y Ana.
El cerdito apuntó su hocico hacia Ana, moviendo frenéticamente su pequeña cola. Sus redondos ojos brillaban, como si dijera, "escógeme a mí, escógeme a mí".
Carlos frunció ligeramente el ceño al ver esto, ¡una cerdita también se atreve a competir por su favor!
Disimuladamente, levantó el pie y apartó al cerdito a un lado.
El cerdito gruñó insatisfecho, intentando morder el pantalón de Carlos, pero no se atrevió. Finalmente, se acercó a Ana con una expresión de ternura, gimiendo lastimeramente.
Ana se rió con su travesura, se agachó, lo recogió y le acarició la cabecita.
El cerdito, cómodo, entrecerró los ojos. Luego, no olvidó sacar la lengua hacia Carlos, presumiendo de que su dueña lo había elegido.
Carlos: —...
—De repente me dieron ganas de comer cochinillo asado, ¿qué hago? —Carlos puso su mano larga sobre la es

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